En la época de la colonia, Tunja era una de las ciudades más importantes de la Nueva Granada, por su estratégica situación geográfica, por su valor cultural, por ser el sitio de residencia de políticos y militares y por las elegantes construcciones que eran igual de respetables a sus moradores; incluso, se decía que las edificaciones de la Ciudad eran para los españoles, hechas “para toda la eternidad” y sus muros eran tan gruesos que “ni los fantasmas podían atravesarlos”.
Hoy en día, parte esa tradición se conserva y, al transitar las calles de tan majestuosa ciudad, es imposible no contagiarse de su cultura: por un lado están las bellas edificaciones de arquitectura colonial y por el otro, centros culturales e históricos; además, no es necesario visitar internamente todos estos lugares para admirar la riqueza cultural de nuestra noble Tunja, pues basta con leer por lo menos una de las muchas inscripciones grabadas en piedra o mármol que se encuentran distribuidas en varios sitios de la ciudad, por ejemplo, la que está inscrita en la fachada del Colegio De Boyacá.
Del mismo modo, el trazado de la ciudad se encuentra casi idéntico al original: aún encontramos las calles y parajes más famosos de Tunja, que por cierto, tienen nombres curiosos, que no son producto de la arbitrariedad: Por ejemplo, la esquina de la Pulmonía, recibe su nombre por los fuertes vientos que allí se encuentran; la célebre calle del árbol, cuya designación hace alusión al arrayán donde murió ahorcada Doña Inés De Hinojosa; la tenebrosa calle de las ánimas, que debe su nominación a las manifestaciones fantasmales que allí se daban ; la del Ventorillo, así llamada por haber albergado la mejor venta de la villa naciente; entre muchas otras.
Con lo dicho anteriormente, estamos frente a una de las ciudades que conserva con más ahínco la arquitectura española, lo que la coloca en un sitial de honor para ser visitada, admirada y respetada, como signo evidente de la riqueza cultural, social e histórica y que invita a su conservación y cuidado por quienes la habitamos.